La insólita y displicente respuesta del defensor del Pueblo a la docente que reclama los descuentos

Nancy Fus es docente, madre soltera, trabajadora incansable y, en estos días, el rostro visible de un drama que golpea a miles de trabajadores públicos del Chaco: los descuentos sistemáticos por parte del Nuevo Banco del Chaco (NBCH), amparada en la burocracia estatal y naturalizada por quienes deberían defender a los más vulnerables.

El caso de la maestra de Machagai -a la que el banco le hizo retenciones por $1.600.000 de sus ingresos de $1.800.000- se viralizó desde el martes y recién hoy jueves el defensor del Pueblo del Chaco, Sergio Lencovich, hizo una mueca para ocuparse y eso porque una radio (Alerta Urbana) lo llamó.

Sin embargo, la respuesta del funcionario parece no ser la adecuada: sin tener en cuenta los dramas económicos de Fus y pasando por alto que justamente el reclamo es que se quedó sin plata, Lencovich la “invitó” a viajar desde su localidad hasta Resistencia para “atenderla” en su oficina de la capital provincial.
¿Al ombudsman no se le ocurrió acercarse personalmente hasta la casa y atender el problema?.

En contacto con el medio periodístico, Lencovich calificó como “irrazonable” el descuento del 90%, pero se amparó en tecnicismos para justificar su inacción inmediata. Pidió que le envíen los antecedentes “en PDF” y prometió que “se pondrá en contacto”. Es decir, trasladó la carga de la gestión a la misma persona empobrecida por la lógica bancaria que, paradójicamente, el propio Estado administra.

El defensor del Pueblo no se ofreció a viajar a Machagai, no habló de enviar personal, no planteó una intervención urgente ni prioritaria. Nada. Solo papeles, protocolos y pasividad. Ni una palabra sobre la responsabilidad del Gobierno, ni una autocrítica sobre cómo la Defensoría debe volverse un puente real para los que están atrapados en la desigualdad institucional.

Lencovich, se limitó a responder desde la comodidad de Resistencia: “Podemos actuar si el derecho vulnerado fue ilegal o arbitrario”. Y luego, sin una pizca de empatía, ofreció recibir a Fus en su oficina, a 130 kilómetros de distancia. La misma Fus que no puede pagar ni sus boletas de luz y agua, la misma Fus que sobrevive haciendo suplencias porque “no puede darse el lujo de dejar de trabajar”.

“Estaremos en contacto con la señora y, si hay algo que hacer, por supuesto, lo haremos, sea desde el punto de vista de la contención o el acompañamiento y si hay que hacer alguna presentación y, eso es viable, lo analizaremos e impulsaremos”, agregó luego.