A dos años del inicio de la gestión provincial, la estabilidad prometida parece cada vez más lejana. El gabinete de Leandro Zdero —que nació con la bandera del orden, la transparencia y la recuperación institucional— hoy muestra grietas profundas: renuncias inesperadas, ministros envueltos en polémicas y decisiones que generan más preguntas que respuestas.
En este escenario cargado de turbulencias, el reciente cambio en el Ministerio de Desarrollo Humano vuelve a encender las alarmas. La asunción de Diego Gutiérrez llega después de una sucesión de movimientos que dejaron claro que la cohesión interna del gobierno no logra sostenerse. Y no es un hecho aislado: Carina Botteri Disoff, quien ocupó inicialmente la conducción de Desarrollo Humano, fue la primera señal de que algo no funcionaba en esa estructura. Su salida anticipada, con explicaciones escuetas, abrió una brecha que nunca terminó de cerrarse.
Hoy, dos años después, las renuncias siguen acumulándose como capítulos de una novela que no deja de escribirse.
El caso Halavacs: un golpe directo al discurso oficial
A esta inestabilidad se suma uno de los escándalos más delicados: el del exministro de Producción, Hernán Halavacs, involucrado en una causa por supuestos desmontes ilegales. La investigación apunta a un posible entramado en el que empresas de alto poder económico habrían sido favorecidas, presuntamente con el acompañamiento o la mirada permisiva del funcionario.
Este caso, lejos de disiparse, crece y arrastra consigo el prestigio de una cartera clave para el desarrollo provincial.
La renuncia de Irene Dumrauf (INSSSEP): otro capítulo que abre interrogantes
Como si fuera poco, la renuncia de Irene Dumrauf a la presidencia del INSSSEP agrega tensión a un organismo históricamente sensible. Su salida deja “mucho hilo para cortar”, como señalan voces internas que hablan de una estructura en conflicto, presiones políticas y una crisis administrativa que se venía profundizando.
Cada renuncia, cada escándalo, cada causa judicial abierta golpea directamente en el punto más flaco de cualquier gobierno: la credibilidad.
La sociedad observa, desconfiada
Mientras tanto, la ciudadanía mira desde afuera cómo se mueve la estructura del poder. Observa los cambios repentinos, las explicaciones parciales y las decisiones tomadas a puertas cerradas. Y aunque el discurso oficial asegura que “la gestión no se detiene”, la realidad muestra que se está deteniendo donde más importa: en la confianza pública.
Un gobierno que entra en su etapa más decisiva
Aún quedan dos años de mandato. Y es ahora cuando el gobierno debe decidir si continúa enfrentando crisis tras crisis o si asume el desafío de recomponer su imagen, ordenar sus equipos y recuperar la coherencia que prometió desde el primer día.
Porque una cosa es segura:
dos años de gestión, demasiadas renuncias y demasiados escándalos no son una simple coincidencia. Son un mensaje. Y el pueblo chaqueño ya lo está leyendo.
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