Cada diciembre, el rojo y el verde se adueñan de calles, hogares y vitrinas, pero pocos saben el porqué de su asociación con la Navidad. Aunque parece un fenómeno moderno o de marketing, el origen de esta paleta tiene raíces profundas en la historia europea, la naturaleza y hasta en la alquimia.
De la naturaleza a las tradiciones medievales
Historiadores como Bruce David Forbes señalan que el rojo y el verde se asocian con la Navidad desde la Edad Media en Europa, cuando el invierno cubría de gris los paisajes y pocas plantas permanecían verdes. Entre ellas, el acebo y el muérdago brillaban por sus hojas verdes y frutos rojos, lo cual los convirtió en símbolos de vida y esperanza.
“Los europeos medievales veían en estas plantas algo de consuelo en invierno, y pronto se volvieron fundamentales en sus rituales festivos”, explica Forbes.
Una creencia extendida sugiere que Santa Claus y su famoso traje rojo ayudaron a popularizar estos colores. Aunque una gaseosa consolidó esta imagen con campañas icónicas, Santa ya era representado en rojo en el siglo XIX. Este color, al igual que el verde, ya tenía connotaciones históricas antes de los anuncios de la marca.
Colores alquímicos y su simbología en la Navidad
Según El Confidencial, Spike Bucklow, profesor de la Universidad de Cambridge, aporta otra teoría intrigante: los colores navideños estaban presentes en altares de la época medieval, en los que representaban la transición entre lo mundano y lo sagrado. Según Bucklow, el rojo simbolizaba el fuego y el verde, el agua, una combinación que refleja equilibrio y cambio.
“Estos colores fueron adaptados durante la época victoriana, simbolizando el cierre de un año y el inicio de uno nuevo”, explica el historiador Austin Thompson en Mental Floss.
El toque natural del acebo y la flor de pascua
La euphorbia pulcherrima o flor de pascua se suma a esta historia como símbolo de la Navidad en muchos hogares, junto con el acebo y el muérdago. Estas plantas verdes y rojas no solo decoran, sino que son recordatorio de vida y belleza en pleno invierno, de acuerdo con Forbes.
¿Un hongo inspirador?
Una versión menos convencional asegura que el hongo amanita muscaria —el conocido “matamoscas”— influyó en la paleta navideña. Este hongo alucinógeno rojo y blanco, que crece entre verdes praderas, representaría al Santa mágico que “vuela” para llevar regalos en una noche. Según Thompson, “aunque parezca un mito, algunos sostienen que el parecido no es casual”.
Así, el rojo y el verde, símbolos de vida y espiritualidad, rodean a la Navidad con su historia y misterio.
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