Paul McCartney no falla. En su quinta visita a la Argentina, el legendario músico repasó su carrera a lo largo de casi tres horas con más de 30 temas. A los 82 años, el exbeatle se manejó por el escenario sin problemas, lugar que siente su hábitat, acompañado de una banda impresionante.
El entorno fue fantástico. Un River colmado por 70 mil personas de distintas edades: fans de los Beatles cercanos a los ochenta años, padres con hijos, jóvenes que recibieron toda la información beatle por mandato familiar y chicos que se maravillaron al escuchar esas canciones que oyeron tantas veces junto a sus abuelos. Es que Paul no tiene edad y se transmite de generación en generación.
A las 21.:20, luego de un video animado con fotos que repasaron su carrera en las pantallas verticales, el estadio estalló en un grito al verlo ingresar con su eterno bajo Höfner que ya forma parte de su cuerpo. Contó hasta tres y apareció “Can’t Buy Me Love”, el tema que la famosa banda lanzó al mundo en 1964 y que formó parte del comienzo de la beatlemanía. Sería una noche única e inolvidable.
Después saltó 10 años y apareció “Junior´s Farm”, canción de la época de Wings (llegarían varios temas de aquel proyecto de Paul junto a su esposa Linda de los ‘70). “Hola Argentina, buenas noches, Buenos Aires”, fueron sus primeras palabras en castellano. “Letting Go” fue la siguiente en la lista, con los vientos tocando desde la platea, toda una sorpresa para el público.
“Estoy muy feliz de volver a verlos. Esta noche voy a tratar de hablar un poco de español, pero obvio en inglés”, anticipó McCartney y no falló. El diálogo con su público se mantuvo a lo largo de todo el espectáculo, al igual que sus gestos: algo que no perdió con el paso de los años.
Rusty Anderson, en guitarras y coros; Brian Ray, guitarras, bajo y coros; Paul “Wix” Wickens, en teclados, guitarra acústica, percusión, armónica, acordeón y coros; Abe Laboriel Jr, en batería y coros; más los Hot City Horns, en vientos, estuvieron a la altura de lo que necesitaba el show.
“Drive My Car”, “Got to Get You Into My Life”, dos clásicos de The Beatles, y la más reciente “Come On To Me”, de su disco Egypt Station (2018), fueron coreadas con fuerza por todos. La noche, perfecta en condiciones climáticas, fue entrando en calor. Paul se quitó el saco, jugó con un guiño sexy, y siguió con “Let Me Roll It”, otra pieza de Wings. Imágenes animadas de importantes ciudades destruidas en las pantallas, con flores naciendo como esperanza, sirvieron de acompañamiento para “Getting Better”.
Ya en el piano -el inglés fue cambiando de instrumentos a lo largo de toda la noche- siguió con “Let ‘ Em In”, “My Valentine”, que se la dedicó a su mujer Nancy Shevell que estaba en el Monumental, y “Nineteen Hundred and Eighty Five” le sumaron emoción al set. La hermosa “Maybe I’m amazed”, con imágenes de un joven Paul junto a su familia y dejando toda la fuerza en el coro, “I’ve Just Seen a Face”, con el escenario de The Cavern recreado en la pantalla, mantuvieron a los fans fascinados.
Para “In Spite of All the Danger”, una vieja canción de The Quarry Men -previo a los Beatles, que fue la primera que grabaron en Liverpool-, dijo: “Después nos fuimos a Londres, a los estudios Abbey Road, y grabamos esta canción”. Entonces, arrancó con “Love Me Do”.
“¿Quieren bailar?”, preguntó luego, y cumplió con “Dance Tonight”, en donde el baterista Laboriel cautivó a todos con su espectacular coreografía.
Después llegó un momento de intimidad, con el beatle cantando solo en una plataforma elevada la hermosa “Blackbird”. “Here Today”, dedicada a John Lennon, mantuvo el clima emotivo. Como pasó en la primera noche del tramo Sudamericano de “Got Back”, McCartney tocó en vivo por segunda vez “Now and Then”, el último tema de los Beatles que salió el año pasado y que se pudo terminar gracias a la ayuda de la inteligencia artificial. Con su correspondiente video en la pantalla gigante sirvió para recrear el fantástico mundo beatle.
Con el artista en el piano aparecieron “New”, “Lady Madonna”, “Jet”, “Being for the Benefit of Mr. Kite!”, de la época psicodélica de Sgt. Pepper’s. La noche seguía brindando fuertes emociones. Paul apareció con un ukelele que se lo regaló George Harrison y lo homenajeó con la canción que compuso el recordado cantante y guitarrista, “Something”. “Ob-La-Di, Ob-La-Da” provocó las ganas de bailar gracias a su toque musical caribeño. “Band On The Run” y “Get Back” mantuvieron el pulso enérgico del set. “Live and Let Die”, un clásico que Paul compuso para la película James Bond de 1973 con el mismo nombre, sirvió para poguear. No faltaron los clásicos fuegos artificiales. “Too Loud” (Demasiado fuerte) pareció decir el artista tapándose los oídos.
“Let It Be” y “Hey Jude” no pierden su esencia y se vuelven atemporales cuando Paul las canta en el piano. En la segunda, el público en el campo levantó unos carteles con un corazón con los colores celeste y blanco. McCartney respondió emocionado. El “Na na na nananana, nannana, hey Jude…” se volvió interminable.
Luego de una pausa muy breve, Paul volvió al escenario con la bandera Argentina y la de comunidad LGTBIQ. “Esta canción es muy especial. Ya se van a dar cuenta”, dijo antes de comenzar otro clásico de los Beatles, “I’ve Got a Feeling”, con Lennon en la pantalla cantando su parte. “Hi Hi Hi”, “Sgt. Peppers”, “Helter Skelter” y el último tema de la noche, la suite “Golden Slumbers”, con “Carry That Weight” y “The End” marcaron el cierre de una noche soñada. Paul no falla.
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