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HUMOR PARA LEER Y ESCUCHAR Reflexiones de la vida diaria: «Metidas de pata» E-GRUPOCLAN
Viviana Rivero es una escritora argentina muy reconocida que acaba de lanzar su libro número 14, «Los soles de Santiago», que se sitúa en el Camino de Santiago, España. Habla sobre la historia de dos mujeres en paralelo, que las une el mismo espacio, aunque las separan años de diferencia. El relato de una sucede en el año 31 a.C y el de la otra en el futuro, en el año 2055.
«Lo que tiene de diferente este libro es que puso un pie en el futuro, en el 2055. En realidad, siempre me gusta tocar cómo el pasado nos termina influenciando. Pero, siempre hacía historias hasta la fecha de hoy, no me iba tan adelante«, cuenta en exclusiva la novelista para Para Ti.
A pesar de que las separen miles de años, las historias de ambas se van a cruzar por distintos motivos. «Son dos mujeres en distintas épocas, que hacen el mismo recorrido por distintas razones. Este es un libro que habla sobre qué es lo que se nos viene«, aseguró la escritora.
– ¿Qué te llevó a escribir «Los soles de Santiago»?
– Es una novela en donde puse por primera vez un pie en el futuro, en 2055, y la uni con una novela histórica. Son dos historias paralelas que transcurren en épocas muy distintas, pero en el mismo lugar físico, que es Galicia-Asturia, lo que hoy se llama el Camino de Santiago.
Son dos mujeres en distintas épocas, que hacen el mismo recorrido por distintas razones. Este es un libro que habla sobre qué es lo que se nos viene, porque era un tema que me interesaba mucho. ¿Cómo va a ser el futuro, qué trae, cómo va a ser la vida, la tecnología, la alimentación, las libertades? Eran las preguntas que me hacía.
Venía leyendo, investigando, pero no pensaba que hacer un libro, sólo se lo contaba a mi familia y, en mi casa, me empezaron a decir que tenía que escribir y les di la razón. Pero, no quería desprenderme completamente de la novela histórica, por eso una parte transcurre en el Imperio Romano y hay una parte moderna,
La primera mujer está haciendo el camino porque le han robado algo muy preciado, algo por lo cual alguien mataría o daría su vida: un hijo. Por lo que, va a ir a recuperarlo. Mientras va haciendo ese camino en pos de recuperarlo, va recordando cómo es que se quedó embarazada, quién es el padre, por qué pasó esto. Va contando su propia historia.
Mientras que la moderna es una chica en crisis por todo lo que es la tecnología. Nuestro celular ya no está fuera del cuerpo, sino que todo lo que involucra un teléfono está dentro de un chip, que es como un grano de arroz y que no trae ningún problema al cuerpo y lo usan en el cuerpo. Pero, el problema de eso es que las búsquedas se hacen mentalmente entonces empieza a notar que no logra distinguir entre sus propios pensamientos y los de la línea de «Google», que ya no se llama así.
Ella está en una crisis, se siente sola por distintas razones, cosas personales que le han ido pasando, que cortó con su novio y entra en crisis. No le satisface la vida que lleva y se quita el chip. Muy pocas veces lo hace la gente en ese tiempo, salvo algunos que están en contra de la tecnología, pero, en realidad nunca se lo pusieron y los llaman obsoletos.
Luego, se contacta con ellos un grupo de la resistencia, que se llama El Movimiento, que están luchando para hackear todo el sistema que está en manos de unos poquitos. Un grupo de familias muy ricas manejan el mundo, por lo que le proponen ser parte y ella dice que sí y para eso tiene que hacer el Camino de Santiago con el fin de llegar a Santiago de Compostela para hacer un acto de sabotaje.
En el camino, tiene un romance porque conoce a un hombre, pero, después, de varios días de caminata, hablan de sus verdaderas ideas y se dan cuenta que están en las puntas y que van al mismo evento, pero ella para sabotearlo y él para cuidarlo.
– ¿Vos tuviste la oportunidad de conocer el camino?
– Sí. Lo hicimos el año pasado con mi hija. Me gustó mucho. Ella vive en Australia y no nos veíamos hacía un año, entonces, como salía mi libro, yo iba a viajar a España y la convencí para que venga e hiciéramos algo juntas. Por lo que, el camino fue un plan tentador.
– ¿El camino te inspiró para escribir?
– Cuando hicimos el recorrido, uno está 15 días al aire libre en medio de la naturaleza porque no hay nada. Estás solamente bajo un techo a la hora de dormirte, en donde te duchas y nada más. Todo lo demás es caminar. Caminamos 24 kilómetros por día y los días que menos hacíamos era 17.
La caminata tiene un ritmo diferente porque no te entra lo urgente, no hay lugar para otras cosas, es caminar, ya sabes que, si seguís por ese camino, vas a llegar al pueblo que tenés que llegar, no te vas a perder.
Estás todo el día rodeado de verde, de naturaleza. Se acomodan en tu mente las decisiones, qué es importante, qué no, qué cambió, qué querés hacer o qué cambio estaría bueno hacer. Yo lo hice con mi hija, pero no íbamos todo el tiempo las dos ahí charlando. Muchas veces yo adelante y ella atrás o viceversa, cada uno en su mundo.
Y me pareció muy fuerte porque pensé: «Esto se puede dar sólo porque está la naturaleza. No sé si caminar por un centro y caminar por una ciudad se va a dar. Eso se da porque no tenés distracciones«. Por eso, sentí que tenía que escribir algo de esto.
– ¿Qué te inspira a la hora de escribir?
– Cada libro ha tenido su detonante. No es que haya sido una sola cosa. Cada uno ha tenido algo que a veces vino de afuera, otras fue producto de algo interno. Por ejemplo, cuando conocí una pareja siria que venía huyendo de su país, me inspiraron.
Eran dos universitarios, que me contaron cómo era la vida allá, cómo un hombre se casaba con varias mujeres, ella me relató cómo eran esas charlas con esas mujeres. Ahí, dije: «Quiero un libro». En el caso de «Los soles de Santiago», el desencadenante fue la salida para el ser humano está en la vuelta natural porque vamos a terminar perdiendo la individualidad y lo más grave del futuro es eso.
Estar con una máquina dentro tuyo y ya no poder distinguir entre tus pensamientos y lo más precioso que tenemos. Esa individualidad, la perdemos. Ese era el detonante. Todo depende de lo que te suceda. Más allá de la historia que presente el libro, intento que contengan un alma, dado que esa es la que los vuelve interesantes y posibles para tenerlos hasta las 3 de la mañana. Una buena investigación histórica, esa es el alma del libro.
Dicen que, cuando uno lee, se producen ondas cerebrales similares a las de la meditación, porque durante esos minutos vos no sos vos, no estás pensando en tus problemas, sólo te crees que sos el personaje. Entonces, la mente descansa y poder generar eso con uno de mi libros en estos tiempos, en donde se vive tan mal, que volvés a tu casa cansado o estresado, estoy satisfecha.
– ¿Qué condimento considerás que tiene «Los soles de Santiago» que no poseen los demás libros?
– Lo que tiene de diferente este libro es que puso un pie en el futuro, en el 2055. En realidad, siempre me gusta tocar cómo el pasado nos termina influenciando. Pero, siempre hacía historias hasta la fecha de hoy, no me iba tan adelante.
– En tus novelas, siempre algo de investigación tiene que haber. Por lo que, además del trabajo que te lleva la escritura, también hay que sumarle el tiempo que te tomás estudiando la historia de cada uno de los lugares en los que se sitúa tu libro.
– Me gusta la historia y las series de época. Lo valora mucho el lector y también a mí me apasiona hacerlo. Una vez me preguntaron si podría escribir un libro con inteligencia artificial y yo dije: «Dejé una carrera, como la abogacía, por esto que disfruto, ¿por qué se lo daría a una máquina para que me lo haga? Si yo hago lo que me encanta. Entonces, la investigación también me atrae. Podría poner un historiador que me haga eso, pero es parte de lo que me complace.
A su vez, el lector es muy inteligente. Una vez, una correctora me dijo: «No repitas dos veces las cosas porque el lector es muy inteligente, se da cuenta de todo». Y el lector se da cuenta cuando le das una buena investigación, es algo que disfrutan. También, me encanta porque aprendo y de una manera divertida.
Algunas lectoras me han dicho: «He aprendido más de historia con tu libro que con todos los años que estudié». Con «Apia de Roma» me leí 32 libros.
– Cuando vos escribís sobre el pasado, investigás acerca de lo que ya sucedió, pero ¿cómo hiciste para escribir sobre el futuro? ¿Investigaste sobre qué podría pasar?
– No necesité investigar porque era un tema que me interesaba. Venía leyendo artículos sobre alimentación, esta estrecha conexión entre que todo lo que te venden en el supermercado te enferma y que los dueños de las principales marcas alimenticias son las mismas de las industrias farmacológicas.
Por un lado, te dan todo lo que te enferma y, por el otro, te dan el medicamento. Nos pasamos años creyendo lo que más tenías que comer era pan y ahora es mala palabra. Alguien se encargó de mover todos esos hilos para que nos creyéramos eso.
Me acuerdo que decían que los huevos eran malos y ahora no hay nada mejor que eso. Entonces, me interesaba ese tema y eso venía de la mano con las cosas del futuro, la tecnología y la idea de las ciudades de 15 minutos. Había leído mucho de eso.
Ciudades pequeñitas en donde no necesitás salirte, pero la contrapartida es que, una vez que tenés todo ahí, ya casi no podés ir a otros lugares y ni hablar si dan una ley que dice no podés gastar nafta porque contaminás porque te dejan encerrado. No es que yo me puse a investigar para el libro, sino que eso lo tenía muy fresco porque era un tema que me interesaba.
– Con el diario del lunes y con 14 novelas publicadas, ¿qué cambiarías de tu trayectoria como escritora?
– Estoy feliz y satisfecha con todo lo que hice. Creo que no sacaría nada. Para haber nacido en la Argentina está bien lo que hice. Tampoco sacaría nada porque la verdad que he disfrutado de escribir cada uno de mis libros. Los primeros dos eran muy emocionantes. Sentir las emociones porque, cuando uno escribe, percibe todo. Lo que siente el que lee es lo mismo que sentí yo cuando lo escribí. Eso ha sido muy lindo para mí, descubrirlo.
Me acuerdo que mi papá escribía, pero él no podía vivir de la literatura. Era un buen escritor, con premios ganados, entonces, cuando él ve que yo vendo mis libros, lo disfruta porque eso no siempre se da. Él tenía negocios. Y mi abuelo también escribía.
Cuando descubrí los sentimientos que me produjo escribir «Secreto bien guardado», que fue mi primer libro, el que tiene la serie en Netflix, le dije a mi papá: «Esto de escribir es como ser actor porque sentís todo. Estás en el papel. Para poder escribir lo que siente cada uno, tenés que ser«. No cambiaría nada, lo he disfrutado mucho.
– ¿Qué sentiste cuando te llegó la propuesta de adaptar tu libro «Secreto bien guardado»?
– La primera reunión que tuve con los productores, que eran argentinos, me preguntaron: «¿Vas a ser flexible? Porque si vos querés que sea tal cual el libro ya nos tenemos que levantar porque tenés un bombardeo, algo que es muy caro. En ese momento, yo dije que iba a ser flexible y por eso pudieron hacer todo lo que hicieron.
Después, pasó que los mexicanos lo compraron por unos meses, pero sentía que muchas cosas que ponían en el guión era como «lo que estaba de moda» y yo dije que no me gustaba nada, por lo que me puse como firme. Entonces, me dijeron que nos demos un tiempo y después continuaron, pero no sé si lo volvería hacer. Para que se pueda adaptar, alguien se tiene que enamorar verdaderamente de tu libro, para que lo quiera hacer idéntico.
– ¿Te sentiste reflejada cuando viste la serie?
– La primera vez que la vi, me fui a la casa de una amiga y la vimos por CineAr porque no estaba en Netflix y dije: «Qué distinto que está». Me hizo mal porque estaba todo el tiempo esperando las escenas, pero no estaban. Y, un dia, mi hijo me dice que estaba en Netflix, por lo que me la vi y ahí sentí que era una serie más, ya no una adaptación de mi libro. Por eso me gustó, aunque sí le faltan un montón de escenas, como toda la vida de él en Alemania.
– Además de la presentación de «Los soles de Santiago», ¿qué tenés pensado hacer?
– Ahora, están vendiendo los libros en Miami, algo nuevo, por lo que estamos planeando ir en febrero. Es una librería bilingüe en el Aventura Mall, que va mucha gente de España, Colombia. Además, tengo ganas de escribir una segunda parte de «Secreto bien guardado». No sé si voy hacerlo y todavía tampoco sé si revivirlos a ellos o hacer una segunda vuelta con sus hijos.
Podría contar sobre los marinos alemanes que se quedaron, como pasó con Martín, que tuvieron una vida muy interesante porque la Argentina era neutral, pero a días que Alemania pierda la guerra, nuestro país se pone del lado de los Estados Unidos y esos marinos que se quedaron acá se volvieron prisioneros nuestros, otros fueron devueltos y otros enjuiciados. Me interesa hacerles una segunda parte, pero me tengo que decidir acerca de qué.
Escrito por E-GRUPOCLAN
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