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Politica

Llaryora y la nacionalización del cordobesismo

today18 de febrero de 2024

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«La pelea que se viene es en el territorio real, no en el micromundo de las redes sociales. En ese terreno, el que gana es Milei; la que quiere dar Llaryora es la de la territorialidad en los barrios y en la clase media, que es donde se van a sentir fuerte los aumentos». La frase la lanzó el miércoles por la noche una persona que conoce y mucho al gobernador Martín Llaryora y está convencido que la escalada entre el Presidente y el gobernador continuará.

Algo que, por fuera de los entornos más cercanos de ambos, observan, desde Mauricio Macri hasta el exgobernador Juan Schiaretti. Protagonistas indirectos de este escenario.

El heredero del cordobesismo -término que el propio Llaryora detesta- encontró en las últimas semanas un protagonismo inesperado desde la discusión por la fracasada ley ómnibus hasta las disputas más recientes por la suspensión de los subsidios al transporte del interior o la polémica por los festivales y la dura crítica libertaria a los artistas. Ninguno de los antecesores de Llaryora, ni José Manuel de la Sota, ni Schiaretti contaron en el comienzo de sus gestiones con el elevado perfil nacional que ostenta el actual gobernador cordobés.

De la Sota, porque empezó a gobernar a finales de los ’90 con dosis de un menemismo tardío que lo colocó, a base de promesas de reducción impositiva, como el hombre que pudo terminar con la hegemonía radical de la provincia que gobernaron entre Angeloz y Mestre. Y Schiaretti, porque en el arranque de su primera gestión, si bien encontró en el conflicto por la 125 un posicionamiento nacional rápido, ese discurso de defensa al campo debió compartirlo con un De la Sota que meses antes había prometido correrse para dejar gobernar a su socio y él retirarse un tiempo a cuidar a sus nietos.

Algo que, evidentemente no pasó, y motivo por el que se atravesó una fricción en el peronismo cordobés, en lo que fue el primer capítulo de un duro enfrentamiento que se iba a sostener contra el kirchnerismo. Con más réditos puertas adentro y una provincia alambrada, que con una proyección de ambos en el plano nacional. «Cuando lo intentaron, fue tarde», repiten los llaryoristas paladar negro hace rato.

Ahora, con Schiaretti corrido, aunque se estima reaparezca en los próximos meses, Llaryora acaparó la representatividad de un PJ que en el interior luce huérfano de liderazgos claros. Y en esa construcción apuesta por una transversalidad federal, convocando a gobernadores como es el caso del santafesino Maximiliano Pullaro y mandatario que, según observan peronistas y radicales cordobeses, tiene problemas de caja para encarar una embestida de las características de Llaryora.

Con Schiaretti corrido, Llaryora acaparó la representatividad de un PJ que en el interior luce huérfano de liderazgos claros. Y en esa construcción apuesta por una transversalidad federal, convocando a gobernadores como el radical santafesino Maximiliano Pullaro.

Esta proyección de Llaryora, los opositores cordobeses la definen como apresurada y los schiarettistas puros la catalogan de incómoda. En estricto off, algunos que tienen responsabilidades dentro de la actual gestión, pero que no cortaron su vínculo con Schiaretti, observan algunas encuestas en las que Milei sigue teniendo un fuerte respaldo en Córdoba. Menor que el de hace algunos meses, pero no con los índices de un kirchnerismo que aparecía como el enemigo perfecto; no sólo para la clase dirigente, también para muchos actores de la opinión pública.

El tema transporte, por su parte, le dio a Llaryora también el estreno de la nueva sociedad de herederos del PJ cordobesista. Porque a la nacionalización del peronismo fernet se sumó en los últimos días el intendente Daniel Passerini, hijo político de De la Sota, aliado clave de Llaryora en la gestión municipal y hombre que se complementó en una de las dos cruzadas históricas que tiene Córdoba con la Nación: la equidad en el reparto de subsidios al transporte.

Así como De la Sota y Schiaretti construyeron su relato para enfrentar a Casa Rosada con los fondos de la Caja de Jubilaciones, los herederos del peronismo mediterráneo saben que la pelea por los subsidios al transporte es lo más adecuado para instalar narrativa.

Épica desde la cual también incomodan a la oposición cordobesa cuando interpelan a los dirigentes que responden Juez o De Loredo sobre qué harán y si acompañarán o no este reclamo del interior a Milei.

Precisamente, el arco opositor en Córdoba está en plena reconfiguración. La interna radical, como así también el futuro inmediato del PRO, terminará de delinear el escenario mediterráneo.

La convivencia entre Juez y De Loredo incluyó varias miradas de reojo en el último tiempo, al senador se lo va más cómodo en el coqueteo con Milei que al radical y no son pocos los que creen que Córdoba de la creación de un nuevo espacio: Juez como terminal de Macri y de Milei en Córdoba. La ventaja que el senador tiene sobre sus socios de la UCR y el PRO es la autonomía, tanto de él como de su espacio, el Frente Cívico. Él define el rumbo.

Y en ese recorrido, puede moldear incluso un boceto de algo tan cordobés como raro para el plano nacional: la convergencia de un espacio en el que convivan libertarios y lilitos. Sí, la incomodidad de quien fuera el referente en Córdoba de Carrió, Gregorio Hernández Maqueda, puede dejar al lilito en un esquema conducido por Juez y con libertarios adentro en el 2025.

Escrito por E-GRUPOCLAN

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