El 1° de enero de este año dio inicio a la generación Beta, que terminará en 2039. El término, acuñado por el investigador social australiano Mark McCrindle, se caracteriza principalmente por la influencia que la inteligencia artificial (IA) tendra en los que nazcan en este período. Con expectativas y algunos miedos, los padres de los nuevos bebes empiezan a reflexionar sobre los desafíos que deberán enfrentar en un contexto donde lo digital no es una novedad, sino un punto de partida.
Mientras las generaciones anteriores se adaptaron al uso de electrodomésticos, al boom de Internet o a las redes sociales, los integrantes de la generación Beta van a convivir desde su nacimiento con asistentes virtuales avanzados, robots autónomos y sistemas de IA diseñados para personalizar cada aspecto de sus vidas.
El desafío para los padres de la generacón Beta: conservar lo humano sin demonizar lo tecnológico
Romina tiene un hijo de 2 años y ahora está embarazada de una beba. Sabe que la nueva generación -por defecto- estará muy pegada a la tecnología, por eso consideró que el desafío más importante que tienen por delante como familia estará vinculado con la paciencia y la conexión personal: “Poder lograr que salga de las pantallas para que verdaderamente se conecte cara a cara con los otros. También tendremos que explicarle los peligros de las redes sociales cuando se usan para hacer daño, que puedan ser críticos de eso y fuertes para poner un freno”.
Por otro lado, aunque nacerán inmersos en un mundo completamente digital, Romina cree que los chicos Beta serán más conscientes de la crisis ambiental: “Espero que podamos reconstruir nuestro mundo cuidando del medio ambiente; así, ellos van a tener mayor conciencia de su cuidado”.
Lucía, que se convertirá en madre por primera vez en los próximos meses, coincidió y agregó que van a ser la generación que crecerá en un mundo donde las actividades que antes solo podían ser realizadas por el hombre -como la escritura, interpretación de textos, cruce de datos o trámites- ya empezaron a ser reemplazadas por la IA y la robótica.
En ese sentido, aseguró que la educación será fundamental para acompañar estos cambios con la creación de nuevos contenidos y carreras afines y señaló: “A diferencia de nosotros con nuestros padres, la brecha tecnológica es menor, con lo cual vamos a poder acompañarlos de otra manera, con más herramientas”.
Si bien Lucía celebra los cambios tecnológicos y su aporte para el desarrollo de la humanidad, le surgen ciertos miedos frente a lo que puede pasar en un futuro: “Me preocupan mucho algunos discursos que circulan en torno a la construcción individual, que se pierda lo colectivo, que las pantallas deshumanicen y se roboticen las emociones. Creo que el desafío como madre es acompañar en un desarrollo integral, que no demonice lo tecnológico, pero que no se pierda lo humano, el diálogo, el contacto y la vida al aire libre, y que puedan crecer en un mundo con mayor conciencia ambiental y menos guerras”.
Equilibrio entre la tecnología y lo humano: la mirada de las especialistas
Según explicó a TN la psicóloga especializada en adolescentes Laura Morrison, el psicoanálisis plantea que lo humano se constituye en el vínculo. “En esa relación primaria con un otro significativo -ya sea la madre o un sustituto materno-, el bebé encuentra las bases de su desarrollo emocional y psíquico. La mirada, la voz, el tiempo compartido y la respuesta emocional del adulto son indispensables para sostener al infante y organizar su psiquismo. Sin este sostén, pueden surgir fracturas psíquicas que dejen secuelas en la vida adulta, como dificultades en la regulación emocional, la empatía y el manejo de la frustración”, precisó.
La especalista desarrolló: “En la generación Beta, la presencia digital constante corre el riesgo de reemplazar parcialmente estas interacciones humanas fundamentales. Sin embargo, el desarrollo emocional requiere experiencias humanas directas, donde la calidez del contacto físico y la disponibilidad emocional no pueden ser sustituidas por algoritmos, por más avanzados que estos sean”.
De acuerdo a la especialista, el equilibrio entre el avance tecnológico y el desarrollo humano será el gran desafío del futuro. “Como adultos, nos corresponde acompañarlos en este camino, creando entornos que favorezcan su desarrollo integral. Esto implica balancear el uso de la tecnología con la creación de espacios para el intercambio emocional, afectivo y humano. La salud mental y emocional de esta generación no dependerá únicamente de la tecnología que utilicen, sino de las experiencias significativas con otros donde lo humano sigue siendo insustituible”.
Por su parte, la pediatra especialista en adolescencia y orientadora familiar Evangelina Cueto apuntó contra las etiquetas generacionales y sostuvo que reducen la complejidad humana a una categorización que ignora la diversidad de experiencias y contextos.
“Las generaciones no son homogéneas, y etiquetar puede simplificar demasiado las realidades de quienes no encajan en los patrones dominantes. En lugar de clasificar, deberíamos centrarnos en cómo co-construimos el mundo reconociendo que las transformaciones tecnológicas y sociales no pertenecen a un grupo etario, sino a la humanidad en su conjunto”, argumentó.
En esa línea, profundizó: “Las transformaciones tecnológicas, como la IA, están destinadas a cambiar la vida de quienes nacieron a partir de este año, pero su impacto no está predeterminado. Si bien la personalización educativa, los hogares inteligentes y las herramientas de realidad aumentada parecen beneficios universales, su impacto dependerá profundamente del acceso a los recursos. Mientras algunas familias podrán integrar estas tecnologías para potenciar el aprendizaje y la calidad de vida, otras, limitadas por barreras socioeconómicas, podrían quedar rezagadas en un mundo cada vez más digitalizado”.
Cómo serán los niños de la generación Beta
De acuerdo con la clasificación de McCrindle, cada generación se delimita en intervalos de entre 15 y 20 años, lo que puede resultar un tanto reduccionista. Sin embargo, el objetivo es enmarcar los diferentes grupos etarios con un contexto sociohistórico y cultural para que se puedan hacer análisis de tendencias y comparaciones globales.
“Cada generación nace con un paradigma mental, con una forma de vincularse y de aprender. Si tratamos de pensar diferencias podemos decir, por ejemplo, que la tecnología para los Millenials (generación X) fue una herramienta mientras que las nuevas generaciones lo viven como una extensión de ellos mismos”, expuso el autor y divulgador especialista en tecnología y cultura digital Joan Cwaik. En diálogo con TN, enumeró algunas particularidades que caracterizarán a los niños de la generación Beta:
- Era de la robótica y la automatización: la Generación Beta vivirá una era dominada por la robótica, la automatización y la inteligencia artificial, tecnologías que cambiarán radicalmente el trabajo y la vida cotidiana.
- Acceso inmediato a todo: esta generación va a tener acceso instantáneo a entretenimiento, opiniones e información, lo que puede crear una sensación de todo a su alcance, pero también generar vacíos emocionales.
- Vínculos fugaces: las relaciones en la generación Beta van a ser más efímeras y líquidas, con conexiones cada vez más rápidas pero menos profundas. Según Cwaik, hay que ayudar a que construyan vínculos de verdad más que a consumirlos desde la pantalla.
- Conciencia tecnológica temprana: desde muy jóvenes, tendrán una alta familiaridad con la tecnología, lo que les permite una cultura de error constante y aprendizaje rápido.
- Adaptabilidad y prueba y error: serán más flexibles porque estarán acostumbrados a adaptarse rápidamente, enfrentándose a un mundo que cambia constantemente. Por ello, estarán en busca de su actualización, tanto a nivel personal como tecnológico, influenciados por sus padres, educadores y el entorno.
- Sobrecarga de opciones: experimentan una sobrecarga de opciones, lo que genera niveles de ansiedad. El desafío es enseñarles a priorizar lo importante frente a lo urgente.
- Dependencia de lo digital: al igual que otras generaciones, dependen de las métricas digitales (likes, comentarios, etc.) para validación emocional, pero en la GB este impacto es aún mayor. “El desafio será encontrar el momento offline, donde no hay métricas tan visibles”, expresó Cwaik.
- Enfrentamiento con la perfección: crecen en un mundo que promueve narrativas perfectas, lo que genera una tendencia a rechazar lo imperfecto y a no comprometerse. Además, puede que sean más susceptibles a la frustración.
- Equilibrio con la tecnología: aunque están profundamente conectados con la tecnología, deben aprender a encontrar un equilibrio saludable, evitando convertirse en “generación de cristal” y desarrollando habilidades emocionales más fuertes.
- Desafío medioambiental: la GB se enfrentará a grandes retos medioambientales, como la escasez de recursos naturales (agua, oxígeno, tierra) y la sostenibilidad, siendo claves en la gestión de estos problemas. “Es una generación que va a tener 25 años en el 2050 y hoy la humanidad está consumiendo más recursos de lo que el planeta puede dar. Entonces, surgen las preguntas sobre cómo se va a gestionar algo tan importante porque ya estamos hablando del aire, del oxígeno, del agua, de la tierra”, advirtió el sociólogo Carlos de Angelis.
- Construcción de una sociedad menos desigual: para el sociólogo, esta generación enfrentará la tarea de vivir en un país con grandes inequidades (especialmente en lugares como Argentina) y será clave en la búsqueda de mejorar y/o reducir la violencia en todos sus ámbitos.
Esta nueva población, denominada así por el alfabeto griego, le sigue a la generación Alfa (los nacidos entre 2010 y 2024); mientras que la próxima, llamada Gamma, comenzará desde 2040 y terminará en 2054.