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HUMOR PARA LEER Y ESCUCHAR Reflexiones de la vida diaria: «Metidas de pata» E-GRUPOCLAN
El verdadero efecto político de la llegada de Javier Milei a la Presidencia empieza a verse por estos días con el regreso del ex presidente Mauricio Macri a la conducción del PRO, un hecho que anticipa una reorganización más amplia del sistema de partidos donde la UCR y el PJ también empiezan a moverse para redefinir su posicionamiento frente al nuevo Gobierno.
Macri prepara su vuelta a la presidencia del partido desde enero. Con Horacio Rodríguez Larreta corrido voluntariamente a un costado, el ex presidente se aseguró el apoyo interno suficiente como para avanzar sin oposición interna y, si logra evitar una jugada de último momento por parte de Patricia Bullrich, se consagraría a fin de mes.
El regreso del ex mandatario al partido que fundó tiene casi todo que ver con la nueva era política que inauguró Milei, no solo por el apoyo partidario orgánico que Macri quiere asegurarle al Gobierno sino por el riesgo de división del partido que quedó planteado tras la interna Larreta-Bullrich y el desmembramiento de Juntos por el Cambio.
Pero el fantasma de la ruptura que Macri busca ahuyentar en el PRO se presenta con fuerza en la UCR (el otro desprendimiento de Juntos por el Cambio) donde la división ante el Gobierno de Milei se vio con claridad en la votación del «mega DNU» en el Senado y algunos dirigentes empiezan a reclamar una cumbre para fijar una postura clara, según supo iProfesional.
El PJ tampoco es ajeno al «efecto Milei», que empezó a dividir a los gobernadores entre «duros» y «dialoguistas» y tiene todo listo para reunir a su Congreso Nacional partidario esta semana con la tarea de correr al ex presidente Alberto Fernández de la conducción que ni siquiera pudo ejercer, mientras Cristina Kirchner intenta incidir desde afuera.
Así, el regreso de Macri al partido se presenta como el primer paso de una reorganización política más amplia y forzada por el desembarco en la Casa Rosada de un «outsider» como Milei. Sin gobernadores propios ni votos suficientes en el Congreso, pero con un respaldo contundente de las urnas, el libertario puso a todo el sistema político a recalcular. Tanto la posibilidad de que su plan naufrague como la chance de que tenga éxito genera movimientos en los partidos.
En ese sentido Macri es el que más rápido se movió. Este martes presentó su lista para la renovación de autoridades del PRO. El plazo vence a media noche y si no tiene oposición interna, algo que en su entorno creen que será así, el 30 de marzo asumiría como nuevo presidente del partido.
Igualmente, «Patricia siempre está al acecho», señaló una fuente partidaria a iProfesional. Pese al paso al costado que dio en la conducción del partido cuando se convirtió en la ministra de Seguridad de Milei, una decisión unipersonal que cristalizó su distanciamiento de Macri, Bullrich no quiere perder lugares en el PRO y por estas horas hay negociación.
La pelea de fondo es precisamente por la relación del partido con Milei. Macri apoya al Gobierno y seguirá haciéndolo pero, sin haber logrado el acuerdo político que quería y con integrada al Ejecutivo por su propia cuenta pero aún con algo de influencia en las filas del PRO, el ex mandatario quiere asegurar un respaldo al oficialismo «sin ser cogobierno».
Eso le permite mantener una posición de fortaleza de cara al armado de las listas para las elecciones legislativas de 2025, donde los caminos para el PRO será dos: compartir un mismo espacio con La Libertad Avanza o competir por afuera. Cerca de Macri aseguran que «no piensa en eso porque falta una eternidad para 2025 y hay problemas urgentes para resolver en el país», pero en otros sectores del partido se charla y se especula sobre el tema.
En el PRO todos entienden que sus votantes hoy están mayoritariamente con Milei y eso no les deja otra opción que no sea acompañar. Pero algunos interpretan que el dilema que les plantea el nuevo Gobierno es verse absorbidos, si le va bien, o arrastrados, si le va mal. Larreta es uno de los que ve ese doble peligro. Macri, en tanto, quiere «recuperar la identidad» del partido «después de 4 años en los que se desdibujó» y asegurarse un rol clave en la «reorganización» para cualquier escenario.
Un problema similar enfrenta la UCR, donde algunos de los gobernadores, con el mendocino Alfredo Cornejo y el correntino Gustavo Valdés a la cabeza, evalúan que la mayor parte de la base electoral que tuvo el radicalismo en el último tiempo es la del ex Juntos por el Cambio y hoy «banca» a Milei, según confían a iProfesional cerca de uno de ellos.
Por eso el discurso híper crítico frente al Gobierno que exhibe Martín Lousteau como presidente del Comité Nacional y su decisión de sostenerlo en el Senado con su voto en contra del «mega DNU» llevó a que los gobernadores se diferenciaran públicamente de él y quedara expuesta la grieta que se abre en la UCR.
En ese contexto, algunos dirigentes radicales con peso territorial empezaron a reclamar puertas adentro que el Comité Nacional «abra un proceso de deliberación para estableccer una posición unificada» frente al Gobierno, según comentó uno de ellos a iProfesional.
Lousteau ve que si bien quedó casi aislado en el bloque radical del Senado, su postura es algo más extendida en la bancada de diputados (donde unos 11 de 34 se «pintan la cara» contra el Gobierno) y un poco más en la estructura partidaria, mientras que los gobernadores tienden puentes con la Casa Rosada y mueven a sus legisladores en apoyo a Milei.
«Esta situación no se puede mantener mucho tiempo más sin que se dé una ruptura formal«, advierten en el sector que reclama una cumbre partidaria lo más rápido posible para evvitar ese escenario, mientras recuerdan lo que ocurrió entre 2003 y 2008, cuando una parte del partido se fue con Néstor y Cristina Kirchner y nació el «radicalismo K».
Aquella división -que también fue consecuencia del fracaso del gobierno de Fernando de la Rua- dejó a una tanda de dirigentes bajo el mando de los Kirchner y al resto «en el desierto caminando con una anchoa», como decía por entonces Gerardo Morales. Al radicalismo le tomó muchos años recuperarse y hoy varios ven la misma amenaza en el horizonte: partirse y quedar unos bajo el látigo de Milei y otros a la vera del camino.
El «efecto Milei» también impacta en el peronismo, donde el desorden es quizás mayor que en los otros partidos por haber sido el principal perdedor del proceso electoral del año. El Congreso Nacional del PJ se reunirá el viernes en el Micro Estadio del Club Ferro Carril Oeste, presidido por el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán.
Allí aceptarán la licencia que se tomó Fernández como titular del partido, un por encontrarse fuera del país y cercado por el escándalo de los seguros y otro poco forzado por el propio partido. Nadie en el peronismo tiene claro por ahora cómo será la nueva conducción.
Varios miran a Axel Kicillof como el elegido natural por gobernar el distrito de mayor peso electoral del país. Otros hablan de armar una mesa directiva para hacerse cargo provisoriamente y en un tercer sector adelantan que se escuchará la propuesta para realizar una interna partidaria «como las de antes» para elegir a las autoridades. La multiplicidad de opciones pone de manifiesto la crisis que atraviesa el PJ en plena era Milei.
Entre los gobernadores del norte hay varios que ya tienen puentes con el gobierno como el catamarqueño Raúl Jalil y el tucumano Osvaldo Jaldo, mientras otos como el riojano Ricardo Quintela lo enfrentan sin medias tintas. Insfrán, en tanto, guarda silencio. En el medio, algunos dirigentes quieren que La Cámpora, el espacio más fiel a Cristina Kirchner, se empiece a quedar desplazada de la toma de decisiones.
Sin embargo, esto tendría más que ver con el discurso de izquierda que sostiene ese sector contra viento y marea y que varios consideran agotado que con un enfrentamiento directo con Cristina Kirchner, a quien algunos empiezan a reconocerle cierto pragmatismo desde el documento que dio a conocer, donde se abrió incluso a discutir una «modernización laboral».
Pero en el peronismo saben que Cristina Kirchner intenta tejer una alianza bien coordinada de gobernadores con epicentro en el Congreso frente al Gobierno de Milei. Uno de los objetivos de ese movimiento es «voltear» el DNU. El otro, coparticipar una serie de impuestos para defender el financiamiento de las provincias. Ambos temas se empezaron a cocinar ya en el Senado.
En cualquier caso, el PJ está en la misma situación que el PRO con Mauricio Macri y la UCR frente al Gobierno: todos necesitan definir cómo actuarán en adelante, quiénes coordinarán la estrategia política y si pueden o no mantener la cohesión interna. El «efecto Milei» obliga a los tres espacios a reordenarse de cara a lo que viene.
Escrito por E-GRUPOCLAN
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