En la calle José Luis Cantilo al 4500, en el corazón de Villa Devoto, hay un parte de la historia deportiva de la Argentina: la primera casa que Diego Armando Maradona le compró a sus padres con el dinero de la transferencia a Boca. Hay quienes dicen que, todavía, algo de la familia está ahí. TN la recorrió en lo que hubiera sido un nuevo cumpleaños de Diego.
En 1981, cuando el Xeneize contrató al jugador del momento que brillaba en Argentinos Juniors, el barrio no volvió a ser el mismo: después de ver varias propiedades, el Diez se enamoró de un chalet a pocas cuadras de la estación de tren.
La familia Maradona se mudó de La Paternal, hogar que le había conseguido el club sobre la calle Lascano, y ahí vivieron Doña Tota y Don Diego hasta el final de sus días.
En 2021, la casona de Cantilo fue parte de un remate entre otros bienes; el valor inicial era de 900 mil dólares, pero no se vendió y creció la incertidumbre de qué pasaría con esa mítica propiedad.
Quisieron comprarla para construir un edificio, estuvo a punto de ser demolida, pero a fines de noviembre de 2022, en pleno Mundial de Qatar, Ariel García y su familia adquirieron la casa y tomaron una decisión maradoniana: abrieron las puertas a cualquier persona que quiera ir a ver los partidos de la Selección argentina.
El furor fue tal que, cuando Lionel Messi levantó la Copa del Mundo, la casona de Cantilo estaba llena de hinchas que cantaban y se refrescaban en la pileta.
Cómo está hoy la casa de Devoto donde vivía la familia Maradona
Luego del Mundial, comenzó un proceso de restauración: no solo se invirtió una fortuna para que quede lo más parecida a cuando vivía la familia Maradona, sino que además se colocaron reliquias vinculadas al Diego.
En una vitrina se destaca la réplica de la Copa del Mundo, un ejemplar del Martín Fierro que Andrés Calamaro le regaló “de un gaucho a otro”, la cinta de capitán característica del Diez y algunas camisetas, tanto de Argentina como del Napoli.
En toda la casa abundan los recuerdos a través de distintas fotos: Diego bañándose en el primer piso, toda la familia en el balcón festejando un título, incluso un cuadro de Doña Tota con su hijo prodigio.
En un cuarto, que está apartado y conecta el piso de arriba con el mítico parque donde celebraban las fiestas llenas de fuegos artificiales, aún se encuentra la camilla original donde Miguel “Galíndez” Di Lorenzo le hacía masajes al campeón del mundo.
El jardín hoy también fue restaurado e intervenido: la pileta tiene en el fondo la firma de Diego y el “10″ característico. En la pared del fondo puede verse un mural con Maradona jugando para la Selección argentina, el Napoli y con una pelota en la cabeza, sobre su sonrisa inigualable.
La energía paranormal en la casa de la familia Maradona
Claudio Langelotti fue el custodio de la familia Maradona y hace aproximadamente 30 años que vigila la casa de Cantilo. “Hincha de San Lorenzo, malvinero y maradoniano”, se define. Conoce de primera mano las historias más increíbles.
Él estuvo cuando se descompensó Doña Tota y también vio el fuego que hizo que Don Diego pasara sus últimos días lejos de la casona: “Era un dispenser de agua que habían traído una semana antes. Las conexiones ya estaban malgastadas y ocurrió la desgracia del incendio”.
Sin embargo, lo más llamativo es la presencia que a veces se siente en los distintos ambientes del hogar. En una amena charla con TN, Claudio contó: “El año pasado, en el cumpleaños de Diego, nos juntamos algunas personas cercanas a cenar para recordarlo. Estábamos en el quincho, se cortó la electricidad y de repente se encendió una luz que solo permitía ver la cara de Diego con la pelota del mural”.
“Más de una vez se escuchan pasos y las puertas se abren o se cierran solas, pero no nos da miedo porque es la familia. Ningún Maradona le haría daño a nadie, todos eran buena gente”, continuó.
Una vez, Claudio mantuvo una charla con un cura que había estado en la casona: “Desde ese día, me tranquilizó. Me dijo que acá había energías paranormales, como se dice, pero que eran positivas”.
Incluso, entre risas, recordó que una vez vio a “unas gitanas sentadas en el cantero de la entrada”, agarró una piedra que tenían ellas y lo alarmó la reacción de las mujeres: “Me dijeron que la soltara, que eran piedras energéticas y las estaban cargando porque este lugar tenía una energía única”.
Cualquier persona que haya entrado o que tenga la dicha de pasar, podrá experimentarlo: el aura del Diez se siente en el ambiente, basta con respirar el aire de esa casa para sentirse en el templo, como le supieron decir a la casona.
De hecho, hay un proyecto muy ambicioso de hacer “el museo de Maradona más grande de Latinoamérica” ahí.
En el corazón de Devoto, y en el de millones de maradonianos, Diego sigue viviendo.