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HUMOR PARA LEER Y ESCUCHAR Reflexiones de la vida diaria: «Metidas de pata» E-GRUPOCLAN
En Argentina, más de un millón de parejas de pingüinos de Magallanes se encuentran en 71 colonias a lo largo de 4.500 kilómetros de la costa, según datos de la Sociedad Global de Pingüinos (GPS, por sus siglas en inglés).
Los pingüinos son aves longevas que viven aproximadamente entre 30 y 35 años, y en las costas argentinas se pueden encontrar tres especies: el pingüino de Magallanes (Spheniscus magellanicus), el pingüino Penacho Amarillo (Eudyptes chrysocome) y el pingüino Papúa (Pygoscelis papua).
Entre ellos, el pingüino de penacho amarillo es una especie considerada «en peligro» en el territorio argentino, mientras que a nivel mundial está categorizada como «vulnerable» por la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) debido a su tendencia poblacional decreciente.
Conocidos por una tendencia «monógama» a la hora de reproducirse (que excepcionalmente ocurre durante toda su vida) en épocas migratorias esta especie de ave es capaz de recorrer miles de kilómetros buceando desde el sur patagónico hasta las costas bonaerense, uruguaya e incluso alcanzar el sur de Brasil.
«Los pingüinos son una parte importante de nuestro ecosistema marítimo, ya que la protección y conservación en buen estado de sus poblaciones contribuye a un buen estado de salud de nuestro mar», aseguró en diálogo con Télam el doctor en Ciencias Biológicas e investigador del Conicet Esteban Frere.
En este sentido, destacó que los pingüinos son una especie estratégica ya que, al ocupar toda la plataforma marítima argentina, «consumen muchas especies diferentes de peces y crustáceos y son una parte muy importante del funcionamiento del sistema marítimo».
Y agregó que también «funcionan como nuestro centinela y evaluadores del estado del mar».
Hasta mediados de los años 90, alrededor de 40.000 pingüinos de Magallanes morían por año debido a la contaminación en el mar, consignó Wildlife Conservation Society (WCS) Argentina.
Si bien estos números disminuyeron a raíz de mejoras en las legislaciones, actualmente «enfrentan múltiples amenazas que comprometen su supervivencia», señaló el doctor en Biología e investigador del Conicet Pablo García Borboroglu.
Borboroglu -quien en 2023 se convirtió en el primer latinoamericano en recibir el Premio de Indianápolis por conservación animal- detalló que las principales problemáticas de los pingüinos en la actualidad son «el cambio climático, la contaminación, los efectos negativos de la pesquería y la degradación del hábitat».
«El calentamiento global impacta negativamente los hábitats de los pingüinos, tanto en términos de reproducción como de alimentación. Las alteraciones en la disponibilidad de alimentos son críticas, especialmente durante los periodos donde estos recursos son más necesarios», aseguró el fundador de la GPS.
Además, el cambio climático se relaciona con un aumento en la frecuencia, intensidad y duración de las olas de calor, las cuales provocaron mortalidades en las colonias de pingüinos.
«Por ejemplo, -señaló Borboroglu- en Chubut durante 2017 se registraron temperaturas de hasta 44 grados Celsius, resultando en la muerte de al menos 300 pingüinos sanos debido al estrés térmico».
En cuanto a la contaminación, los derrames de petróleo son una amenaza «considerable» para estas especies, ya que dañan su plumaje y reducen su capacidad de aislamiento y flotabilidad, además de que la ingestión de petróleo durante el aseo puede ser tóxica.
También la contaminación por plásticos es «preocupante», ya que «los pingüinos pueden quedar atrapados en piezas grandes o ingerir fragmentos pequeños, lo que puede dañar su tracto digestivo y ser fatal».
En tanto, el mal manejo de las pesquerías comerciales es una de las principales amenazas al medio marino a nivel global, ya que la competencia por alimentos en las áreas de alimentación de los pingüinos y la captura incidental durante las operaciones pesqueras representan «impactos significativos», señaló Borboroglu.
A su vez, las actividades humanas, como el turismo no regulado o furtivo, pueden ser perjudiciales para las colonias de pingüinos: «Se han reportado casos donde maquinaria pesada ha destruido parte de una colonia en Chubut», aseveró el especialista sobre el desastre en la colonia de Punta Clara, en Chubut, que en 2021 mató al menos 192 pichones bajo las ruedas de una topadora que pasó por encima de casi 150 nidos.
Sobre este punto, Frere sostuvo que un turismo «regulado y planificado» puede ser beneficioso para la concientización sobre estas especies, ya que «genera educación hacia el público y recursos que pueden ser utilizados para mantener las áreas protegidas», como las de Península Valdés, Isla Deseada, Parque Nacional Monte León y Punta Tombo, entre otros.
Esta última es la mayor colonia de pingüinos de Magallanes en Patagonia, con más de 200.000 parejas reproductoras.
A su vez, el impacto del cambio climático sobre las corrientes también está siendo estudiado por los científicos para evaluar potenciales cambios en su calendario y desplazamiento.
«Este año hemos visto en la colonia de Cabo Vírgenes (Santa Cruz) que una buena porción de los pingüinos no emigraron y se quedaron en la zona marina, a 300 metros a la redonda, cuando antes hacían 5.000 kilómetros», sostuvo Frere.
Finalmente, el biólogo concluyó que, para la conservación de esta especie, «si bien el ciudadano común puede poner un granito de arena, con respecto al cambio climático ya estamos hablando de negociaciones a nivel internacional y eso es lo que está faltando».
Escrito por E-GRUPOCLAN
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