Escondida detrás de muros con mosaicos, la mansión centenaria que perteneció a Natalia Oreiro en Palermo tiene muchas historias secretas. La casa fue construida por la familia Alvear en 1887 en el estilo clásico, sobrio y elegante que estaba de moda en esa época. Se llama El Bosquejo y está ubicada en el pasaje adoquinado Santa Rosa al 5000, un rincón casi secreto de la Ciudad de Buenos Aires muy cerca de la Plaza Serrano, en Palermo.
Desde la calle, al ser tan angosta, apenas se ven los muros decorados con mosaicos y los árboles -entre los que se destaca una enorme palmera- que ocultan la magnífica construcción de dos plantas con columnas, enormes ventanales y una gran terraza.
La mansión, que de la familia Alvear pasó a manos de la aristocrática actriz Julia Von Grolman entre otros dueños, estuvo pintada de rosa pálido durante mucho tiempo. Por eso se la conocía como “La casa rosa del Pasaje Santa Rosa”.
La primera casa de la “Muñeca Brava”
En la época en que grababa la exitosa serie Muñeca Brava, con solo 21 años, la actriz uruguaya compró su primera casa en Buenos Aires. Natalia Oreiro vivió en El Bosquejo durante 18 años, primero sola y después con su marido Ricardo Mollo, el guitarrista de Divididos, y su hijo Merlín Atahualpa.
La artista vendió la casa, de 480 metros cuadrados cubiertos, con tres dormitorios y cinco baños, en 2016. Estaba tasada en un millón ochocientos mil dólares y la compró alguien que desde hacía tiempo buscaba esa propiedad “porque le parecía de la realeza” y le ofreció el precio completo solicitado, superando a otro interesado que ya había ofrecido 50 mil dólares menos.
La mansión y sus secretos
Un caballo multicolor custodia la señorial puerta de entrada, dando el único toque de color a la mansión, que recuperó su tono piedra. Ingresando en el hall de entrada se descubren los pisos originales de la casa, de mármol blanco y negro; es el único lugar donde se conservan.
En la planta baja, además, hay un enorme living, una sala íntima con biblioteca y un antiguo bar de madera con el escudo de la familia Alvear, un gran comedor y una cocina con muebles blancos. Allí destaca un horno industrial de seis hornallas de color azul, detrás del cual el salpicadero es un conjunto de mosaicos de colores.
La habitación principal en suite con un vestidor de dos pisos recorre la planta baja de punta a punta, con grandes ventanales hacia el jardín
En el piso superior hay otras dos habitaciones, con doble vidrio para no escuchar los ruidos de la calle. Una es que la que los artistas llamaban “el siestario”, porque era ideal para dormir la siesta, mientras la otra –con baño en suite y el techo pintado como la carpa de un circo- era de Merlín Atahualpa.
También hay una gran terraza con vista al jardín y la pileta de natación climatizada. En el exterior también hay muchos árboles (una gran palmera, camelias, álamos y especies japonesas) y un jardín de invierno donde la artista cuidaba sus orquídeas.
Por qué Natalia Oreiro y Ricardo Mollo siguen volviendo
En el jardín, además, se esconde el rincón secreto de Natalia Oreiro y el líder de Divididos. Allí construyeron hace tiempo su estudio de grabaciones y ensayos, que dejaron al margen de la venta. La sala tiene una entrada privada a través del jardín, por el cual los artistas siguen entrando para trabajar en sus canciones.
En su rincón privado no escuchan ni a los fans de la artista, que llegan incluso desde Rusia con regalos, ni a los del guitarrista, que le cantan canciones de Divididos incluso durante la madrugada.
Natalia Oreiro, Ricardo Mollo y su hijo Merlín Atahualpa se mudaron a una mansión mucho más grande en las Barrancas de San Isidro, junto al Parque Natural Municipal Ribera Norte, desde la cual disfrutan de vistas espectaculares de la flora y la fauna autóctona y el Río de la Plata.
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