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HUMOR PARA LEER Y ESCUCHAR Reflexiones de la vida diaria: «Metidas de pata» E-GRUPOCLAN
Desórdenes como la bulimia y la anorexia afectan a un número creciente de jóvenes, y la comprensión de sus factores desencadenantes es fundamental para prevenirlos. En el Día Internacional de la Lucha contra los TCA, qué predispone a las personas a este tipo de conductas
En el Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), el foco se pone en la prevención y detección temprana de una enfermedad que afecta a un porcentaje creciente de niños y adolescentes.
Comprender qué factores predisponen a los jóvenes a desarrollar trastornos alimentarios es fundamental para ofrecer un tratamiento oportuno y evitar consecuencias graves a largo plazo.
Los expertos coinciden en que los TCA son multifactoriales y requieren de un enfoque integral para su prevención y tratamiento.
Para empezar, la médica pediatra especialista en Nutrición y vicepresidente de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) y docente de actualización en obesidad infantil Irina Kovalskys (MN 80.503) dijo a Infobae que “los trastornos de la conducta alimentaria no se originan por una sola causa, sino que se deben a una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales”.
“La sociedad actual promueve una imagen de belleza idealizada y muchas veces inalcanzable, lo que puede llevar a una distorsión de la imagen corporal en niños y adolescentes”. Para la doctora en Psicología, especialista en clínica, docencia e Investigación en Psicoterapia orientada en Mindfulness Mariam Holmes (MP 20463), la presión para cumplir con estos estándares de belleza, especialmente a través de los medios de comunicación y las redes sociales, es un factor decisivo en el desarrollo de trastornos alimentarios.
La experta sostuvo que “los medios de comunicación y las redes sociales pueden promover una imagen de belleza y delgadez que es inalcanzable para la mayoría de las personas, lo que puede llevar a una relación disfuncional con la comida”.
La falta de autoestima, especialmente en aquellos que se sienten inseguros o no tienen confianza en sí mismos, puede desencadenar un TCA. La búsqueda de control a través de la comida o el cuerpo puede convertirse en una forma de lidiar con la inseguridad.
Holmes agregó en este punto que “los niños y adolescentes que tienen una baja autoestima pueden sentirse inseguros y vulnerables, lo que puede llevar a una búsqueda de control y perfección en la relación con la comida”.
Los trastornos alimentarios pueden ser una forma de afrontar el estrés y las emociones no gestionadas. Según Kovalskys, “un factor desencadenante común es la realización de dietas extremas, que se pueden asociar a un deseo de control frente a situaciones emocionales complejas”.
Holmes también resaltó que los TCA pueden ser un mecanismo de “coping” (NdR: el término se utiliza en psicología para describir las estrategias y mecanismos que las personas utilizan para afrontar y gestionar factores estresantes, retos y problemas de la vida cotidiana) para manejar emociones intensas o estrés, especialmente en individuos sin habilidades adecuadas para enfrentarlos de manera saludable.
La exposición constante a imágenes de cuerpos perfectos, muchas veces alteradas digitalmente, puede contribuir al desarrollo de trastornos alimentarios. Según Holmes, “la expectativa de caber en estándares de belleza establecidos en redes sociales” está directamente relacionada con hábitos alimenticios peligrosos, como el ayuno intermitente, que aumentan el riesgo de desarrollar un TCA.
En el caso de los TCA, los antecedentes familiares juegan un papel crucial. Kovalskys mencionó que aquellos con un historial de trastornos alimentarios en la familia tienen una mayor predisposición a padecerlos. Del mismo modo, la genética influye en la manera en que una persona responde a situaciones estresantes o emocionales.
“Hay antecedentes familiares de trastornos alimentarios o de salud mental que pueden ser un factor importante”, afirmó Holmes.
– Kovalskys: La familia juega un rol relevante en lo que denominamos “el entorno”. Hay entornos (escolares, familiares o sociales) que podrían ser facilitadores de los TCA. El exceso de valoración social por la figura y el cuerpo suele ser importante.
Así también, la familia juega un rol fundamental en el “alerta” de los primeros síntomas de la enfermedad, ya que, específicamente, los trastornos alimentarios restrictivos tienen poca consciencia de enfermedad. Sin tratamiento, la forma clínica se vuelve más severa con el tiempo.
– Homes: El grupo de pares y la familia juegan un papel crucial en el desarrollo y mantenimiento de un TCA. Los pares pueden influir en la forma en que un adolescente se ve a sí mismo y se siente sobre su cuerpo. La familia, por otro lado, puede influir en la forma en que un adolescente se relaciona con la comida y su cuerpo.
Según estudios, la influencia de los pares y la familia puede ser un factor significativo en el desarrollo de TCA en adolescentes. Es importante que los padres y los pares sean conscientes de la influencia que pueden tener en la salud mental y el bienestar de los adolescentes.
La predisposición a desarrollar un TCA depende de una serie de factores genéticos, psicológicos y sociales. Según Kovalskys, las personas con una personalidad perfeccionista, que tienden a ser muy autoexigentes y tienen altas expectativas sobre sí mismas, pueden ser más vulnerables.
Este tipo de personalidad, que se manifiesta en un alto grado de responsabilidad y en el deseo de cumplir con expectativas externas, aumenta el riesgo de desarrollar trastornos alimentarios, ya que la necesidad de control sobre su cuerpo puede volverse una obsesión.
“Son personas con tendencia a mayor autoexigencia, generalmente buenos alumnos y muy cumplidores con sus responsabilidades”, describió Kovalskys.
Sin embargo, como señaló la experta, no todos los individuos con estas características desarrollarán un TCA, porque es necesario que confluyan varios factores para que se presente la enfermedad.
Los TCA tienen repercusiones no solo en la salud física, sino también en la salud mental de los afectados. Los jóvenes que desarrollan un trastorno alimentario pueden enfrentar problemas graves, como depresión y ansiedad, que se vuelven cada vez más comunes a medida que el trastorno progresa.
Según Holmes, los trastornos alimentarios están estrechamente ligados a una mayor prevalencia de trastornos de salud mental como la depresión, que se ve alimentada por la distorsión de la imagen corporal y la dificultad para manejar las emociones.
Kovalskys también menciona que sin tratamiento, el TCA puede volverse crónico, lo que aumenta el riesgo de desarrollar trastornos más graves a lo largo de la vida, incluidos los problemas de autoestima y la ansiedad.
Detectar los síntomas de un trastorno alimentario a tiempo es crucial para su tratamiento. Kovalskys mencionó algunas señales que los padres deben vigilar:
Kovalskys recalcó que, en los casos de trastornos restrictivos como la anorexia, los adolescentes suelen mostrar una “falta de conciencia de enfermedad”, lo que hace que los padres deban estar especialmente atentos a estos cambios.
En este punto, la nutricionista reconoció que “existe poca bibliografía sobre las tasas de curación, ya que se requieren estudios a largo plazo difíciles de implementar”. Sin embargo, según ella, “tradicionalmente se habla de una tasa de cronicidad del 25% en pacientes jóvenes”.
“En mujeres adultas debemos considerar que la desnutrición en la anorexia nerviosa tiene una tasa de mortalidad del 10% y las tasas de curación son más bajas —señaló—. Es por ello que la intervención temprana en la infancia y la adolescencia es la prevención de la enfermedad crónica en la vida adulta”.
En relación con lo que sucede con personas que se recuperan de una adicción, que deben permanecer en tratamiento de por vida para no recaer, Holmes señaló que, aunque ambos trastornos pueden convertirse en crónicos, los TCA son más complejos y multifacéticos, ya que están relacionados con una variedad de factores, desde la imagen corporal hasta la salud mental.
“Los TCA suelen ser más complejos y multifacéticos que las adicciones, y pueden requerir un enfoque terapéutico más integral y personalizado”, explicó la especialista.
Además, la complejidad de los TCA radica en el hecho de que, mientras que las adicciones están asociadas a sustancias o comportamientos específicos, estos implican una relación disfuncional con la comida, que es algo con lo que la persona deberá seguir relacionándose toda su vida.
De allí que según las expertas, “aunque ambos trastornos pueden implicar recaídas, la intervención temprana es clave para evitar consecuencias a largo plazo”.
La intervención temprana, un entorno familiar de apoyo y un enfoque integral en el tratamiento son fundamentales para evitar que estos trastornos se conviertan en una enfermedad crónica. Comprender los factores que subyacen a los TCA es crucial para proteger la salud mental y física de los jóvenes en nuestra sociedad.
Escrito por E-GRUPOCLAN
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