Abierta y con ganas de hablar, Mariana Fabbiani acepta una reflexiva y sincera entrevista con GENTE, en la que se detiene a reflexionar sobre su historia personal, los mensajes que busca transmitir, su mirada sobre el paso del tiempo y la maternidad como motor de transformación.
En el marco de la presentación de su docuserie Desvestida —producción de Mandarina Contenidos para Disney+—, el proyecto que la tiene encantada, no sólo porque le permitió abordar conversaciones sobre diversidad, edadismo, consumo, autenticidad y belleza real con mayor “profundidad”, y utilizar su voz para visibilizar temas que la interpelan y que, a su manera de ver, deberían hacerlo con todos, la conductora se coloca por encima del tema; se mete dentro. Experimenta, escucha, se cuestiona y comparte el proceso. “Esto es lo más auténtico que tengo”, dice.

Con más de tres décadas frente a la pantalla, Mariana se convirtió en una figura clave dentro de la industria del entretenimiento argentino. Su estilo, su sensibilidad y su forma de comunicar la ubican como una voz con peso en las discusiones culturales de hoy: los cuerpos, la representación, la libertad en la moda y los nuevos paradigmas que atraviesan a distintas generaciones.
“La seguridad es un proceso, la fui ganando con los años: trabajándome a mí misma, aceptándome, escuchando otras voces, identificándome con otros modelos de personas, empatizando, todo eso nos hace crecer. La maternidad me transformó muchísimo también“, explica la conductora de El diario de Mariana sobre las claves para derribar mandatos prestablecidos sobre la percepción de lo que debería o no ser nuestra imagen.
Mariana Fabbiani: “La moda no hay que seguirla: hay que usarla a favor”

—Mariana, Desvestida invita a repensar la moda y habla de liberarse de prejuicios. ¿Qué es la moda para vos y qué nuevo concepto le das después de este nuevo proyecto?
—La moda para mí es una herramienta de expresión. Es una herramienta que me ayuda a mostrarme, a divertirme, a jugar.. Mucho tiempo la moda sentí que me generó muchas inseguridades o que cuando era chica, por ejemplo, tenía siempre la duda de si lo que me ponía estaba a la moda, de seguir las tendencias. Estas cosas que nos pasan cuando la moda ocupa un lugar muy presente en la vida. Pero hoy siento que la industria de la moda tiene la obligación de revisar su mirada sobre un montón de temas que están en discusión y que no parecen abordarlos como deben: no hay representación real de cuerpos, edades o géneros diversos. Y ni hablar de la contaminación ambiental, un tema del que tomé verdadera consciencia haciendo este documental, algo que realmente no sabía. También me hizo reflexionar un poco sobre el tema del lujo, el consumo, cómo compro. Entonces, digo, ¿en qué me cambió mi concepto de la moda? Que hoy no lo tomo tanto como algo que hay que seguir, viste que se dice: “Hay que seguir la moda”. No, no, la moda no hay que seguirla. La moda hay que usarla a favor, tiene que ser una herramienta.
-¿Sentiste alguna vez que fue un peso?
—No, no es un peso. Creo que nunca lo fue. Siempre me divertí con la ropa, pero es verdad que al estar siempre expuesta y trabajando con mi imagen y todo, siempre era un tema cómo me veía. Lo es para todo el mundo, estés expuesto o no, pero en mi caso era todo el tiempo, todos los días. Y el hecho de estar hace tanto tiempo al aire también y trabajando, y la gente me ha visto todos los días durante un montón de tiempo, también me ha visto crecer y cambiar. Y bueno, muchas veces he recibido comentarios negativos también de mi cuerpo, de mis arrugas, de mi cara… La gente habla.
—¿Cómo afrontabas esos momentos?
—La verdad es que no te voy a decir que es grato cuando uno lee comentarios negativos porque no le gusta a nadie. Pero yo intento siempre tener como una sana distancia y que ni lo positivo me dé tanta alegría, ni lo negativo me amargue tanto. Pero sí me hace reflexionar sobre qué nos pasa que somos capaces de escribir comentarios así, o juzgar así, o mirar al otro: “Se puso tal cosa” o “qué mal le queda” o “está gorda para usar eso”. Siento que no va más todo eso. Yo tengo muchas ganas de sentirme libre, tengo muchas ganas de que mi hija crezca libre, que se ponga lo que tenga ganas y que no piense si le queda bien, si le queda mal. Porque, ¿qué es que te queda bien? Que te queda como el cuerpo hegemónico que pasó por la pasarela. La verdad que este proyecto me hizo reflexionar muchísimo en esto, algo que nunca me había puesto a pensar.
—¿Siempre tuviste este pensamiento libre o hubo mandatos que pesaron en tu adolescencia?
—A mí me gustaba mucho jugar con la ropa, pero sí me pasaba que si me iba de lo convencional enseguida escuchaba “qué raro lo que te pusiste”, y me hacía dudar. En vez de sentirme más segura todavía y decir: “Sí, mira, lo que me puse”, era como: “Ay, no, está mal”. Con el tiempo eso sí fue cambiando en mí y permitirme explorar fue un aprendizaje. No ir solamente por el camino impuesto, por lo que hay que hacer, lo que hay que usar, lo que queda bien. Y me parece que, como soy un referente por lo menos para algunas mujeres que consumen lo que yo me pongo, lo que yo uso, quiero llevar este mensaje positivo también de aceptación, de ser más indulgentes con nosotras mismas, menos exigentes.. De no estar mirándonos al espejo el defecto, de poder sacarnos un montón de mandatos, un montón de cosas y darnos cuenta también que hemos sido víctimas de todo lo que nos han metido en la cabeza durante años..

—Ante esto que mencionabas de lo que te pasaba en tu adolescencia, tu mamá cómo influía, porque estamos hablando de otra generación que tenían estos mandatos mucho más establecidos.
—Mi mamá le daba mucha importancia a verse prolija. Antes no se salía sin maquillarse. Siempre lo discutimos (ríe).
—Totalmente, no se salía de casa sin estar bien vestido o maquillada en caso de las mujeres…
—Sí, no se salía de casa sin maquillarse. Y eso seguimos discutiendo un montón con mi mamá porque, ahora por ahí se maquilla menos, y le digo: “¿No te sentís mejor que te maquillas menos?”. Porque el maquillaje también nos tapa un montón, es como que nos distancia. Nada está mal. El tema es no depender de eso.. Mi mamá siempre le gustó mucho coser, entonces siempre me transformaba toda la ropa. O sea, era como que yo me compraba algo, pero después terminaba haciendo otra cosa..
—¿Ella te vestía de chica?
—No, por ahí no es que me vestía, pero por ahí me acompañaba porque me la compraba ella la ropa, obviamente. Entonces, me acompañaba, comprábamos algo y siempre era: “¿Y si le hacemos esto? ¿Y si le hacemos aquello?”. Entonces, siempre me invitó a jugar , a no quedarme con lo que viene como está. Eso siempre lo tuve gracias a ella.
—¿Te quedó eso a la hora de preparar tus looks con diseñadores?
—Sí, me encanta. Tengo un equipo de estilistas del que aprendo muchísimo. El ojo se educa. Uno se acostumbra a verse de cierta manera, pero a veces hay que animarse. También hay que saber qué te gusta y qué te representa. Más que seguir tendencias, se trata de sentirte linda y segura con lo que te ponés.
Mariana Fabbiani: “No tengo una seguridad plena, pero trabajo todos los días en aceptarme”

—¿Hubo algún cambio que te hayan remarcado para hacer en tu imagen o estilo al que te hayas mostrado reacia?
—Bueno, todos me quieren sacar el flequillo siempre, por ejemplo, y yo soy con flequillo. A mí me gusta el flequillo porque tengo una frente que siento que es re ancha y bueno, son las cosas que uno se ve. Esas cosas que uno está siempre buscándose el defecto. Me parece que más que nada pasa por conocerse, por definir un estilo propio que tiene que ver no con lo que se usa, lo que está bien, lo que está mal, sino con lo que a vos te hace sentir segura y linda. O sea, decís: “Pará, yo me pongo esto y salgo a la calle y me creo mil y está buenísimo” Eso es lo que hay que hacer.
—Mariana, siempre se te ve con una seguridad y recién comentabas que va en relación con un crecimiento personal. ¿Fue progresivo o a qué edad sentiste que empezaste a sentir esta seguridad plena tuya?
—No, no, sería muy mentirosa si te dijera que tengo una seguridad plena. No la tengo. Yo también soy insegura, todos somos inseguros, todos tenemos nuestras cosas, pero trabajo muchísimo en eso, en superar todo lo que me ata. Es un proceso, por supuesto, más edad, más sabio, más libre. Y por ahí es lo contrario a lo que pasa con el cuerpo, pero siento que fui ganando seguridad con los años y trabajándome a mí misma, aceptándome, escuchando otras voces, identificándome con otros modelos de personas. Conociendo, escuchando, empatizando, todo eso nos hace crecer. La maternidad me transformó muchísimo también porque ahí uno como que se corre del centro. Entonces, el centro pasan a ser tus hijos y también es: “¿Cómo quiero educar a mis hijos? ¿Cómo quiero que sean? ¿Qué les pasa con esto? ¿Cómo hago para suavizarle el dolor, las inseguridades?”. Ahí te empezás a replantear mil cosas y estamos todo el tiempo trabajándonos.

—Antes de pasar a la familia, me gustaría que toquemos un tema central de la serie: el edadismo. Hablamos hace rato del pasar de los años. ¿Sentiste que el paso de los años tiene un peso?
—Sí, claro.
—¿Cómo lo afrontás?
— Yo lo estoy afrontando bien, la verdad, pero muy a consciencia. No es que me hago la canchera. Cuando cumplí 40 me pareció que era muchísimo. Cuando cumpli 50 dije: “50”. O sea, es un numerazo. Al mismo tiempo digo: “Pero pará, me siento mejor que antes”. Y cuando digo “me siento mejor”, no me estoy refiriendo a lo físico, me estoy refiriendo a cómo me siento yo con mi cuerpo.. Quizás en algunas cosas estaré mejor, en otras no, no importa, pero es cómo me siento yo y qué me pasa a mí.. Entonces, la edad a mí me sumó, no me restó. Por supuesto que a veces me pasa que me veo más arrugada, o que el cuerpo va cambiando y aparte estoy en una edad en donde todo empieza a cambiar. Y es también entender que somos eso, somos cambio permanente. No hay que resistirse a algo que nos va a pasar a todos y hay que ser muy respetuosos con la edad del otro.. A mí me molesta mucho cuando veo situaciones de discriminación o alguien que le dice “viejo” o “vieja” a alguien. Yo tengo mucho respeto por la experiencia, por la sabiduría que da la edad. Y la verdad que entrevisté gente que me inspiró encima a ser una vieja con onda.
—Sos una de las grandes figuras de la televisión, ¿Cómo sentís que trata el medio hoy a las figuras que van cumpliendo más años? ¿Sentís que en ese aspecto cambió algo para bien o hay mucho por trabajar todavía?
—Hay mucho por trabajar porque la verdad es que hay muy poca representación de mujeres grandes y de hombres grandes en lo que tiene que ver con los medios, con los trabajos en general. Es muy difícil para una mujer o un hombre de 50 años salir a buscar trabajo de la nada y encontrar fácilmente. Sabemos que esto no pasa solamente en los medios, pasa en todos los ámbitos, el edadismo. A mí me tratan bien, yo no puedo decir lo contrario, pero a veces me parece que hay como una tendencia a tratar a todo por igual. Y no todo es igual y la experiencia vale y tiene para mí un peso importante. Yo creo que cada vez más debería darse lugar a eso, y no solamente a lo nuevo, porque todo es como muy rápido, es descartable.. Y sostenerse en el tiempo y en este medio es muy difícil. Entonces, tengo mucho respeto por la gente que hace años que labura en esto.

—Bueno, tu programa cumplió 10 años ¿Sentiste alguna vez miedo de quizás no poder mantenerte en los medios o sentirte descartable?
—Sí, claro. Es que todo el tiempo es el riesgo. El medio atenta contra eso todo el tiempo. Nunca lo sentí porque no me considera descartable, entonces no permito que nadie me haga sentir así. Llevo 30 años laburando en la tele, imaginate que he pasado etapas muy distintas de mi vida, donde me he sentido mejor, peor, más segura, más insegura, más preparada, menos preparada, embarazada, no embarazada. Pasé de todo al aire. Pero todo depende de vos, de dónde te parás. Los límites los pone uno y de alguna manera la edad te trae esta seguridad. Yo ya no tengo más paciencia para algunas cosas y no me molesta no tenerla, me doy más permisos.
—Bueno, también estás en una posición en la que creaste una voz y una imagen dentro del medio, son una de las conductoras más respetadas y seguidas.
—Muchas gracias. Sí, siento una responsabilidad. Siento que esa voz es algo que es una responsabilidad. Llegar a la gente, y tener que decir algo que sume.
Mariana Fabbiani: “La libertad es el valor que más quiero dejarles a mis hijos”
Madre de Máximo, un preadolescente de 11 años, y Matilda, una adolescente que acaba de cumplir 15, Mariana Fabbiani habla de la crianza que imparte en su casa y los pilares fundamentales sobre los que se para, para darle herramientas a sus pequeños y que puedan cuidarse y resolver los conflictos sin la confrontación.

—¿Qué fue lo que más te gustó de este proyecto cuando te lo presentan?
—Bueno, lo que me gustó fue poder trabajar en algo con profundidad. Lejos de lo rápido que es el programa diario, que todo es en el momento, rápido, hay que hacerlo todo como sea. Esto de investigar, poder involucrarme tanto, escribir, involucrarme en el guion, en lo que voy a decir en las entrevistas, es una construcción. Y eso fue muy gratificante y muy enriquecedor a nivel personal y profesional, ni hablar. Así que llegó en un momento donde yo también tenía una calma para hacerlo. A veces esa pausa es la más rica, cuando uno cree que está quieto, no haciendo nada, es donde más está haciendo. Y la vorágine no te permite a veces hacer foco en lo que te está interesando. A mí me estaba interesando hacer este tipo de proyectos donde también pueda mostrar un aspecto mío que está muy a flor de piel. Esto es lo más auténtico que tengo..
—Y utilizar tu voz, como mencionabas, para visibilizar ciertas cosas y llamar al debate.
—Claro. Exactamente. Utilizar la voz para ciertas cosas que siento que a mí me interpelan y que a los demás si no los están interpelando, los debería interpelar porque es algo que está pasando y no podemos desoír. Esto está pasando. Esto está entre nosotros, nos pasa a nosotros, le pasa al de al lado. También esta serie me llevó a respetar muchísimo el tema de la diversidad, de cómo en la diferencia está la belleza y qué importante que es utilizar términos correctos para algunos temas, por ejemplo, todo el tema de identidad de género. Aprendí muchísimo sobre eso y ahí la ropa realmente es una herramienta de expresión enorme. A veces es el primer paso para muchas personas poder mostrarse como quieren que los vean..
—Mariana, marcás mucho esto que aprendiste y tocaste temas que no tomabas en cuenta y ahora sí.. Vos siendo mamá, ¿cuáles han sido los pilares principales a la hora de la crianza de tus hijos?
—Libertad siempre, confianza, empatía. Poder mirar realmente al otro, ponerse en el lugar del otro. Para mí todo está en ponerse en el lugar del otro, en no creer que uno es el único en el universo y que todo tiene que ser como uno quiere o como a uno le pasa. Así que para mí en la educación de mis hijos es fundamental darles confianza, darles seguridad, darles herramientas para poder ser ellos mismos. Que puedan desarrollarse a su máximo potencial, que no sé cuál es y que ellos mismos van a descubrir, y que no se los quiero imponer tampoco..

—¿Qué diferencias ves en el presente que viviste vos cuando tenías su edad al de hoy?
—Bueno, en apariencia hay un montón de diferencias. Porque ahora parece que todo fuera más desprejuiciado, parece que nadie habla del cuerpo del otro, pero en realidad no, la verdad es que todo sigue bastante parecido. Las redes no contribuyen mucho en ese aspecto. Creo que el hecho de que la imagen esté siendo tan protagonista todo el tiempo atenta un montón contra lo auténtico, lo natural. Y nuestros hijos que han crecido con las redes, bueno, tienen un desafío enorme por delante para poder vincularse desde un lugar que no tenga solamente que ver con la apariencia, sino con el ser de verdad. Me parece que eso es súper importante.
—Siendo mamá de una adolescente que acaba de cumplir 15 años, ¿qué nos podés contar de este camino? ¿Qué charlas tenés con Matilda?
—De todo hablamos, ¿de qué no hablamos? Yo quiero hablar de todo, que no haya temas tabúes. Hablamos mucho del tema de cómo se ve o cómo quiere vestirse. Ahora que empieza a salir empiezan los: “Esto no me queda bien”. “¿Cómo no te queda bien? O sea, no hay manera de que no te quede bien. Te queda bien. Por ahí no te gusta”. Entonces, ahí es donde digo, bueno, hay un montón de camino por hacer, de sembrar en ella seguridad. Y también aprendo muchísimo mirándola porque, al mismo tiempo, estas nuevas generaciones tienen una impronta de ir por lo que quieren mucho más fuerte que nosotros, de derribar. Por eso creo que va a ser más fácil derribar paradigmas y todo, empoderando esta generación, porque esto se empezó a gestar. El tema es que los viejos estereotipos se cayeron y la industria de la moda de alguna manera sigue sosteniendo eso
—¿Y con Máximo?
—Y Máximo es un sol. Máximo, que tiene 11, por ejemplo, no es que le guste la ropa por ahí como a Matilda, pero sí lo veo eligiendo muy concretamente: “Esto me gusta, esto no me gusta”. Me encanta ver que ya tenga un gusto, que sepa lo que le gusta y lo que no le gusta. Ya me parece maravilloso, porque a veces ni sabemos lo que nos gusta, ni nos conocemos.

—¿Y en ese sentido, si te comparás con ellos a su edad?
—No, yo estaba mucho más perdida. Yo estaba: “A ver, ¿qué me gusta?”. Pero bueno, ahora está todo mucho más al alcance también. Nosotros antes teníamos una tarea de investigar. Y Máximo, siendo varón, son otras cosas. Quizás no pase tanto por el tema de la imagen, aunque a ellos también les afecta, pero también el tema de la violencia y de lo que sufren los varones en el colegio, todo el tema del bullying. Todo eso me recontrapreocupa. Cómo protegerlos, cómo darles herramientas para que puedan ellos mismos cuidarse y cómo puedan resolver los conflictos sin la confrontación. Máximo es retranquilo, es bueno, tiene una naturaleza muy empática y es muy sensible. Y me encanta tener un varón así porque siento que es como una promesa hermosa de lo que viene y de lo que necesitamos de nuestros varones, que se conecten más.
—¿Qué es lo que sentís que tiene cada uno de tus hijos de vos? ¿Lo más parecido, que decís: “Esto es mío”?
—Ay, qué difícil. Matilda tiene esa chispa , tiene esa energía, esa alegría que yo siento que tengo, que la veo a ella y me veo un poco a mí. Va para adelante, es una topadora. Yo me identifico mucho en cómo era a su edad. Y Máximo es mucho más tranquilo, pero tiene esa sensibilidad, todo le afecta. Ahí soy yo. A veces digo: “Ay, pobre, tiene esto mío”. Pero bueno, también lo hace un ser súper especial. Además, Máximo es muy observador. Él está todo el tiempo viendo, observando, y yo soy así, soy curiosa. A mí me gusta mirar y mirarme, estoy todo el tiempo atenta.
—¿Es muy pegote a vos?
—Sí, repegote.
—¿Y Matilda con el papá o los dos son pegotes a vos?
—Mirá, la verdad que los cuatro somos pegotes con todos. La nena con el papá hay algo ahí que sucede que es hermoso. Sí, pero yo soy una abrazadora serial, olvidate. Yo a los dos los tengo agarrados y creo mucho en la expresión afectiva. Me gusta expresar y quiero que ellos también lo hagan.

—Ya que destacamos lo de Máximo, ¿qué es lo que más destacás de Matilda?
—Ella es muy creativa, tiene una cosa, una energía que va para adelante, es emprendedora, nada la detiene.. Yo la veo, es una Marianita, pero muy mejorada.. Es hermoso ver a tus hijos con algo tuyo, pero tremendamente mejorado y potenciado, es hermoso.
—¿Te ha comentado un poco si ella quiere seguir este camino artístico de los medios o todavía no?
—Hablamos a veces, baila muy bien, le gusta, no te voy a decir que no. Pero a ella le gusta la creatividad y la expresión artística en muchos aspectos.. Entonces, no sé si se le va a dar por los medios o quizás sea por otro lado. Por ahora trato de preservarla, es chica, entonces trato de no exponerla mucho. Para la fiesta de 15 mostré una foto, pero fue un momento hermoso donde ella pudo expresarse un montón y toda la fiesta tuvo que ver con ella y fue muy lindo verla brillar..
—Pudimos hablar un poquito con Gabriel Lage, su diseñador, y le preguntamos cómo fue esa experiencia de…
—¡Ay, sí, hermosa! Bueno, ves, ahí tenemos un ejemplo.. Para mí la posibilidad de que Gabriel le hiciera el vestido a Mati y que Mati pudiera ver el proceso de un vestido de alta costura, el trabajo que lleva, ver a la señora bordando el canutillo, el tiempo, las cantidad de pruebas que tuvimos.

—Gabriel dice que lo atesora porque fue muy divertido hacer todas la pruebas.
—Hermoso. Para mí la fiesta era lo de menos. Lo que era importante era llegar a la fiesta, todo el proceso ese que es tan enriquecedor y bueno, todas las pruebas y todo eso.. Íbamos con mi mamá también. Entonces, es algo que me voy a guardar en el corazón.. Gabriel me cargaba porque yo filmaba todo el tiempo, pero yo quería registrar. Y era muy lindo porque además ella sabía lo que quería e intercambiaba con Gabriel.. Y verla a ella, dije: “Qué grande que está. Mira cómo sabe lo que quiere. Me dio mucho orgullo.
—¿Matilda es de pedirte ropa?
—Sí, a Matilda le gusta la pilcha más que a mí, olvidate. Le encanta. Pero bueno, tiene ese ojo, selecciona, le gusta mucho la moda, le gusta mucho el diseño, pero la veo libre en ese sentido. No la veo siguiendo las tendencias o vestida igual a todos. Tiene la impronta de tratar de sacar de sí misma su propia personalidad, que creo que ahí está el secreto, porque ese es tu propio estilo.. Cuando vos lográs sacar quién sos afuera.
—¿Qué es lo que ella más te saca/toma prestado?
—Todo me saca. Encima tenemos el mismo tamaño, así que olvidate. Pero se lo presto con todo el amor porque lo recontra cuida. Amo que lo cuide porque digo, yo soy tan cuidadosa con mis cosas que las amo, que las cuido, que las guardo.. Imaginate que este vestido que era de mi mamá es de los 60 y lo tengo impecable. Le doy valor, ¿no? Me muero si le presto algo y me lo devuelve todo mal, me muero. Así que tiene vía libre. Ella me dice cuando entra a mi vestidor, donde tengo la ropa, me dice: “Mami, vengo de shopping “. Y yo ya sé que viene a revolverme todo.
Mariana Fabbiani: “El amor del bueno es el que se construye con amistad y libertad”

—Las relaciones amorosas también son un tema central del paso del tiempo. ¿Cómo se mantiene esa chispa con tu pareja con el pasar de los años? ¿Tuviste miedos? ¿Hubo mitos que se disiparon?
—El amor es lo único que se puede mantener en el tiempo. Hay todo el tiempo etapas distintas.. Y amor del bueno, del sincero, del honesto, del que quiere lo mejor para el otro. Esa es la manera de construir en pareja, acompañándose, siendo amigos. Esa es la manera.
—En cuanto a los miedos familiares, más para tus hijos, hablo del futuro y demás, ¿cómo ves este presente y qué futuro te gustaría dejarle a tus hijos?
—Bueno, yo quisiera que vivan libres, sin prejuicios, pudiendo ser ellos mismos, dándoles valor a lo importante.. Y, sobre todo, teniendo una mirada indulgente consigo mismos, que no sean tan exigentes.. Y una mirada empática con el otro.. Eso es lo que quisiera, un mundo más empático.
—Mencionabas hace rato que esta serie fue como un sueño profesional que te gustó atravesarlo. ¿Hay algo más que sientas que te falte hacer?
—Otra más, otra más quiero. Quiero seguir con mi trabajo. Amo mi programa, me gusta mucho hacer tele todos los días, me gusta mucho. Pero me gustó mucho hacer esta docuserie y bueno, me encantaría abordar otros temas que también me interesan y me interpelan, así que voy por más.
—Siempre en tu rol de comunicadora.
—Sí, sí, sí. Podría también trabajar como actriz, es algo que en algún momento voy a despuntar el vicio, pero más para jugar, porque no tengo tiempo. porque si no, me divierte. Sí, es difícil con el programa diario.. Me han ofrecido hacer teatro, que me dan muchas ganas, pero en este momento hacer teatro y tele es no ver a mis hijos.. Entonces, mis hijos todavía necesitan… Quiero disfrutarlos.. Quiero volver a casa, quiero estar con ellos, o sea, quiero tener ese tiempo y no vivir apurada..
Fotos: Chris Beliera
Dirección Creativa: Sebastian Vaca Mur
Locacion: Malloys Costanera


